Hace ya cuatro meses que soy padre y hay algunas cosas que han cambiado mucho desde entonces; empezando por mi. Evidentemente, comentar cómo te cambia la vida al tener un hijo, te da para escribir un libro o una colección de libros entera. Simplemente me quería centrar en una cosa: Sí, soy muy pesado.
Los primeros días, hablaba con TODO el mundo (sí, con todas y cada una de las personas con las que me cruzaba) del reciente acontecimiento. A los pocos días, algunos de mis conocidos empezaron a repetir la siguiente frase: «siempre hablas del niño, eh?» (eso si, pronunciando la frase con una sonrisa en la boca). Estos comentarios, me hacían sentir mal por haber insistido en lo guapo que es mi hijo.
Ahora, con un poquito (muy poquito) de perspectiva, y con las emociones un poco más controladas, he llegado a la siguiente conclusión:
«Pues claro que me paso el día hablando de mi hijo. ¿De qué quieres que hable? Si los seres humanos no hablamos de aquello que nos apasiona, de aquello que nos enamora, ¿de qué hablamos?»
Espero seguir insistiendo en lo guapo que es mi hijo porque eso significa que me sigue apasionando y me sigue enamorando.
Un abrazo!
PD: entiendo que la mayoría de gente que me hizo este comentario (siempre con una sonrisa en la boca) lo decía cariñosamente, viéndome babear como un niño con un chupa-chup.
PD2: os dejo aquí una foto de mi hijo, para que podáis confirmar (los que no lo conocéis) que efectivamente, es un niño guapísimo 🙂
Al pot petit... 